Salí a conocer la ciudad Santiago de Chile. Y enseguida me vi dentro del metro, tan igual que en Buenos Aires. Con algunas diferencias en el costo del boleto (tres veces mas caro aquí), mucho mas limpio, muchas mas señales indicadoras, muchas mas personas observando que no pises una línea amarilla, etc. También vi que en las horas pico siempre es lo mismo, sea Buenos Aires o Santiago, la gente rebalsa de los sitios donde se debe esperar al metro. Los trenes llegan completos, aquí o allá, y nos metemos en ellos por donde podemos. Los gestos son los mismos, la angustia de tener que esperar es la misma, las quejas son exactas, aquí o allá.
El metro de Santiago no es tan asfixiante. Tiene zonas en que el tren circula al aire libre, tiene detalles propios de cada estación (creo que no hay estaciones iguales, ya sea en la estructura como en la decoración del mismo. Hay algunas estaciones donde hay bibliotecas, en otras hay pinturas, en otras murales, en otras espejos, etc.
La gente que usa el metro de Santiago, también es similar a la de Buenos Aires.
Usan este transporte unos dos millones de pasajeros todos los días.
Sus rostros, son los de gente cansada, gente que estuvo trabajando, que tuvo que lidiar con problemas durante el día, o durante la noche, gente despreocupada, gente que duda de uno, que desconfía. Son muy pocos los que dialogan con un desconocido, menos cuando ese desconocido toma fotografías. Recuerdo a uno de ellos, que se me acerco a preguntarme para que tomaba fotografías. Era un hombre de cuarenta y pico de años, oficinista. Iba a una reunión que no quería. Necesitaba hablar de cualquier otra cosa que no le haga recordar esa reunión. Y así fue, hablamos del miedo a ser retratados por un desconocido. Del porque de la acción de fotografiar, de expresarse de semejante manera. De la historia que nos une a chilenos y argentinos.
El metro llega a la ultima estación. Se abren las puertas y cada uno se pierde entre la gente. La chica que miraste y te miró, ya no esta. Se perdió. Será porque todo pasa? Irremediablemente …
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